El fin de semana pasado, aprovechando que Yeni se iba a pasar unos días a casa de sus padres, invité a mi novio a quedarse en el piso.
Independientemente de si bien o mal, el caso es que el primer día cociné yo, así que él se encargó después de fregar los platos mientras yo recogía un poco la habitación.
- ¿Esta sartén es tuya? – Me pregunta desde la cocina.
- ¿Cuál?
- Ésta, mira...
Y fui. Él estaba mirando fijamente dentro del escurre-platos, con cara de asco. Y no era para menos... Porque dentro había esto:
- Es de Yeni.
- Joder, pues si que es guarra de cojones.
En la vida he pasado mayor vergüenza ajena.