jueves, 6 de marzo de 2008

La niñera

- Me ha llamado una amiga mía toda feliz.
Yo estoy en el sofá, fumando un cigarrillo, tranquilamente.
- Que está preñada.
Subo las cejas y la miro:
- ¿Qué?
- Me dice: "Hola Yeni, que estoy embarazada", y como me lo ha dicho toda feliz, pues yo me he quedao como "qué la digo" y le digo: Enhorabuena. Y me responde ella: "No, si te llamaba para decirte que pronto nos veremos, porque me tienes que acompañar a abortar". Joder, macho, pero que lo más fuerte no es eso, que es que con esta ya son tres veces las que aborta.
- ¿Y cuántos años tiene?
- 18.
- Joder. - Me parece alucinante que esté contando algo así. ¿Tres abortos con dieciocho años? ¿No existen condonos, píldoras, parches, diafragmas y la maravillosa píldora del día después? - Pero si lo dificil en estos tiempos es quedarse embarazada.
- Nada, y me dice: "No, si es buscado". Y le pregunto yo, qué dices, y ella me contesta: "porque ya sabía que esto iba a terminar pasando".
- Tu amiga, o es muy fertil o es gilipollas. - No me puedo contener.
- ¡Y encima con uno casado! Casado y con dos niñas. Pero calla, que es que encima ahora él la ha contratado para que cuide a sus niñas. Y ella ha aceptado, que dice que así le ve más.
- Pues sí que le ha salido bien la jugada a ese cabrón.
- Y ya le he dicho a mi amiga: "¿cómo te vas a sentir cuando bese a su mujer, o cuando las niñas hagan dibujos de sus padres?" Pensará: esa que has dibujado con tu padre debería ser yo. Y pobrecita, que piensa que él la quiere de verdad. Y ya le digo yo, que ese sólo la quiere para echar polvos de vez en cuando. Mira, sale de trabajar, la va a buscar, se van a su casa y en media hora ya la trae de vuelta.
Que poco aguante, pienso yo.
- ¿Y está embarazada de él?
- Buf, quién sabe, si es un poco putilla. Pero claro, como a él no le conviene que se quede embarazada pues corre a pagarle el aborto. Total, cuatrocientos euros no son nada para él. Y ya le he dicho: "¿pero no sabes que eso deja secuelas?" que el día que se quiera quedar preñada de verdad no va a poder. Y ella me dice qué va, si es muy fértil. Y bueno, que ni que sea hijo suyo ni que no, porque a saber, ella corre donde él, que sabe que lo va a pagar por la cuenta que le trae.
- No hace falta que lo jure. Desde luego, menuda telenovela.
- Y espérate a que empiece a trabajar ella con los hijos. Desde las diez de la mañana a las diez de la noche la ha dicho. No sé cómo va a terminar eso.
- Lo que si está claro es que los tiene más gordos que el caballo del Espartero.
- Y ella diciendo que va a dejar a la mujer por ella. Y yo le digo: "¿Y si tanto te quiere por qué no deja que te quedes embarazada y tengáis el hijo juntos?" Pa' chivar la quiere.
- Tu amiga es idiota.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Ay, Campanera

El otro día Yeni me comentó que quería irse de compras, que tenía unas ganas loquísimas de gastarse el dinero de la beca en Pimkie.

- El problema es que como soy bajita, mi madre tiene que meterme todos los pantalones.

Una cosa llevó a la otra, y terminó sacando el tema de las campanas, los cilindros y los diábolos.

- Mira, eso es una tontería. - Le dije yo, harta ya del tema de la catalogación femenina - No sirve más que para acomplejar más. Campana es la culona de toda la vida.
- ¡Joder! Entonces esa soy yo. No, bueno, que yo soy un retaco. Yo soy cilindro, que ya me lo dijeron mis amigas, que si midiera un poco más tendría el cuerpo perfecto. Porque es ese, cilindro. El que tiene que ser horrible es el diábolo. Pobre la que tenga ese cuerpo, qué deforme,.
- Se supone que el cuerpo perfecto es el diábolo: 90-60-90.
- Pues a mí me parece deforme. Joder, que espalda tiene que tener para tenerla igual de grande que el culo. Esto es como una amiga mía que pesa cien kilos y siempre dice que tiene la 36. Que me dirás tú, cómo que eso no se nota. Una 36, dice. Así que cuando fuimos a comprar los petos de la peña para las fiestas de mi pueblo, para joderla - aunque esto reconozco que es tener mala leche - la cogimos la talla M. Claro, jajajjajaja, no cabía. Que patética. Y luego decía que tenía una 36, con cien kilos. Claro que también depende de en qué tienda de ropa te compres las cosas, porque el otro día me compré tres pantalones de la talla 36. Y yo pensaba que había engordado, porque me lo noto, ¿ves? - Obviamente, no le iba a decir que sí, pero sí. - Pero nada maja, que me compré tres pantalones de la 36. - Es curioso, teniendo en cuenta que el otro día vi sus pantalones colgados de la ducha para que se secaran... y la etiqueta marcaba la 42. - Pero bueno, que ahora que van a cambiar las tallas la van ha hacer peor. Claro, fíjate que las anoréxicas van a comprarse un pantalón de la 36 y por el cambio de tallas se tienen que coger una 38, pues, joder, me dirás tú que no se van a ponera potar todo el día. Claro, y luego que te digan: "¿una 38 campana, cilindro o diábolo?" Pues las matan. Yo que tengo una 40, si ahora me dicen que tengo una 42, ¡joder que depresión!
- Hombre, de todas formas no está tan mal. Mira, el año pasado me fui a comprar un vestido en el Corte Inglés y todos los que me probé me estaban grandes de pecho pero estrechísimos de cadera. Vamos, que necesitaba la salvación de la campana.
- Esa es otra, porque yo no tengo tetas. Eso sí, tripa, no veas tú que tripa tengo. - Sí, ya la veo, y qué caderas... Cómo te compras los pantalones bajísimos y ceñidísimos... - Y luego mi abuela siempre me dice la misma: que me opere. Y digo yo, ¿pero mi abuela no tendría que decirme lo contrario?
Uff... me mareo. ¿Cómo puede hablar tan rápido esta mujer?

martes, 4 de marzo de 2008

Enigma

No entiendo por qué hay un número tan grande de profesores de mediana edad que llevan chalecos de rombos.